Durante este año, algunos amigos cercanos han decidido finalmente dar una oportunidad a Ubuntu como Sistema Operativo principal o único, aburridos de Windows XP y Vista, las continuas molestias de actualizaciones que los obligan a reiniciar o a quedarse esperando a que su computador se apague y la acción casi inevitable de virus que no solamente han borrado sus documentos sino inutilizado por completo su PC… y también (hay que decirlo) algo de rebeldía y simpatía político/ideológica hacia el Software Libre.
Ubuntu se ha logrado instalar como una opción válida dentro de la elección por un Sistema Operativo: por fin ha conseguido constituirse en una alternativa que logra (aunque sea en casos muy puntuales) seducir a un usuario para darle una verdadera oportunidad como su herramienta de trabajo, desde razones meramente prácticas (como el hecho de que sea gratuito) a ciertas características que lo hacen no solamente más útil (en tanto permite enfocarnos en trabajar sin mayores preocupaciones) sino también más deseable — Compiz es un bonito adorno, pero lo fundamental es que mejora la experiencia de uso; del mismo modo que Ubuntu One otorga no solo la tranquilidad de contar con un respaldo online de los documentos que te importan, sino también la comodidad de poder acceder a ellos desde cualquier lugar y sincronizarlos a través de distintos equipos.
Por supuesto, ha existido un gran trabajo tras este logro, y gran parte de este esfuerzo ha sido invisible: hace algunos años, que tu hardware funcionara con Linux era casi cosa de suerte y motivo de alegría, incluso si para lograrlo debías aprender a compilar drivers… hoy en día, es lo mínimo que podemos esperar de cualquier distribución.
Y ahora que ya es un poco más común encontrarnos con quienes se atreven a probar Ubuntu, se vislumbran nuevos desafíos que ya han comenzado a ser abordados por la comunidad de desarrollo: el esfuerzo debe ser aún mayor en intentar que estos aventureros queden encantados con Ubuntu, ofreciéndoles una experiencia de uso mucho más rica que lo que podrían encontrar con otros sistemas — es el paso a una experiencia-de-usuario-usable: KDE ha dado un golpe de timón y ha cambiado un enfoque centrado principalmente en otorgar funcionalidades a la preocupación por la experiencia de usuario, logrando producir un entorno de escritorio que podría rivalizar con cualquiera; GNOME por su parte continúa con su desarrollo incremental y su característica simplicidad, pero desarrollando e incorporando cada vez de forma más decidida pequeños pero importantes cambios (muchos de ellos impulsados desde el desarrollo de Ubuntu) para aumentar su productividad y mejorar la experiencia de uso.
Ubuntu ha sabido ser humilde y aprender lecciones de otros (o digámoslo con todas sus letras: ha sabido copiar lo bueno, especialmente de OS X), y a partir de Hardy Heron se ha convertido progresivamente en el entorno donde, versión tras versión, podemos encontrar las mayores innovaciones, y no solamente en su versión “principal” de escritorio, sino también en su edición para Netbooks (reducción del tiempo de inicio, innovación en el diseño de interfaz, fácil instalación desde USB, etc.) e incluso en su versión para servidores (virtualización, instalación mínima con JeOS, desarrollo en nube, etc.). Es de esperar que proyectos como las rondas de bugs de usabilidad se sigan aplicando en los futuros lanzamientos, para que Ubuntu no sea ya solamente una alternativa, sino la vara de comparación.