Carcass – Swansong (1996)

carcass-swansong.jpgEs complicado tratar de comentar algo sobre Swansong, el último disco que llegó a grabar Carcass: se podría hablar tan solo del disco “en sí mismo” o ponerlo en relación con la trayectoria de Carcass, y lo que habría que decir desde una u otra parte es muy distinto. Veamos primero cómo es el disco en sí, y luego en relación con la carrera de Carcass.

Swansong, el disco

Siendo el primer disco que jamás había escuchado de Carcass, Swansong me voló la cabeza. Literalmente. Es una mezcla, un híbrido tan extraño, pero tan rico que puede confundir al más experto taxonomista en su intento de clasificarlo dentro de algún estilo. Por un lado, tenemos la voz de Jeff Walker, aquella voz típica del metal más pesado -en este caso, del grindcore o death metal, para ser más precisos-, rasposa y potente, o como le llama un amigo, “voz de calefón“, que imprime toda la fuerza necesaria a sus letras sobre desperanza, indiferencia o los sucios juegos de la política. Por el otro lado, tenemos la música, que ya en sí es también una mezcla de poderosos riffs y sutilezas sonoras que son una delicia para el oído, que en ocasiones llega a constituir una propuesta musical bastante original, algo que quizás algunos se verían tentados de calificar una verdadera evolución del metal para conjugarse con elementos del rock más clásico (estilo AC/DC) y de una sensibilidad melódica raramente encontrada, esa que lleva a decir “nunca había escuchado algo así”.

Swansong, el disco de Carcass

La discografía oficial de Carcass comienza con Reek Of Putrefaction, un disco brutal y totalmente desarmado, lo que podríamos llamar “energía pura”, sin ninguna estructura ni sentido de orden, elementos que progresivamente van adquiriendo y manejando de manera tal de conservar la brutalidad, pero dentro de algo mucho más “escuchable”. Esta progresión alcanza su perfección en Necroticism – Descanting the Insalubrious. El posterior Heartwork podría ser considerado como el primer paso hacia el nuevo sonido de Carcass, y en esta misma lógica, Swansong es a Carcass lo que Load fue a Metallica: un cambio tan inesperado y radical que fue considerado por muchos como una “traición”.

Swansong, desde la perspectiva de un fanático del Carcass “clásico” no es más que un asco de álbum, en el que compromenten toda su supuesta “integridad artística” en la búsqueda de alcanzar mercados más amplios: las letras de Walker no parecen ingeniosas, ácidas ni críticas; comparadas con los habituales relatos forenses de sus discos anteriores, cantar sobre política o sobre la terrible sociedad occidental parece más un chiste que un justo reclamo. Mezclar guitarras acústicas en medio de una de las canciones, o la búsqueda y experimentación con nuevas sonoridades es simplemente un crimen en un reino en el que los riffs rápidos y potentes deben ser los únicos señores. En resumen, Swansong no sería solamente el último disco de Carcass, sería en definitiva su fin.