Como es habitual en grupos ingleses, Placebo nos presenta un debut muy bien logrado, novedoso y con un sonido bastante característico, y del cual no se apartarán mayormente hasta el día de hoy. Guitarras realmente líderes, en el sentido que es el instrumento que tiende a predominar en las canciones, con bases de batería y bajo que no se limitan a acompañar, sino también a hacer su aporte en lo melódico y rítmico; los instrumentos tienden a llevar el protagonismo por sobre la voz, aunque las líricas de Placebo han probado ser importantes en su identidad como un grupo en el que se mezclan diversas preferencias sexuales, y diversas temáticas tan dispares como los tonos de sus canciones, desde relaciones (en forma más o menos explícita), “angustia adolescente” o un “chico amanerado”, con algo del sonido del punk, glam o guitarras acústicas.
En general, un excelente disco, con muchas cosas en las que fijarse, desde las distintas formas que toma la música (bastante diverso dentro de la uniformidad de su sonido, o mejor dicho, de su identidad musical), los entretenidos juegos en algunos “cruces” de guitarra, batería y bajo, o la sutil crudeza con que Brian Molko puede relatar una historia. Un disco que podría quedar genial de banda sonora a una película como “Trainspotting” o alguna similar; una mezcla con algo de ingenuidad, oscuridad, perversión, densidad, fuerza, y sobre todo, expresividad.