He decidido volver a los comentarios de discos de la mano de You Gotta Go There To Come Back, cuarto disco de los galeses de Stereophonics, una banda que desde su debut (desde que escuché su disco debut, debería decir más bien) se ha convertido en una de mis favoritas, y que con cada nueva entrega han evidenciado un proceso de crecimiento que es a la vez tan ordenado y lineal como para ser siempre reconocibles e identificables con su estilo de siempre, y a su vez lo bastante progresivo y “madurativo” como para no autoplagiarse continuamente, sino ir presentando facetas cada vez más ricas en nuevas sonoridades y texturas.
Vamos al disco: a manera de revisión general, hay que decir que el sonido de You Gotta Go There… está muy acorde con la estética que nos presenta desde su misma portada, la sensación que deja es de una verdadera experiencia vintage, que lejos de sonar añejo o anticuado, otorga a Stereophonics un toque de una sencilla sofistificación nótese el oximorón que raramente es posible escuchar en algún disco. Como alguien comentaba por ahí, si Stereophonics siempre había sido una de las promesas del rock británico del cambio de siglo pero que sin embargo nunca había logrado levantar vuelo fuera de Europa por su absoluta falta de actitud de rock star (algo de lo cual me parece que, curiosamente, también Coldplay carece totalmente, pero que claramente no se ha convertido en obstáculo para ellos), es en este disco donde podemos empezar a vislumbrar sus primeros atisbos, sobre todo (y quizás exclusivamente) en Madame Helga, el primer single promocional, calificado por aquel comentarista cuyo nombre definitivamente no logro recordar como el gran single que podría abrir las puertas del mercado norteamericano un dato que a esta fecha ya podría ser revisado de acuerdo a sus cifras de ventas, pero que de todas maneras no es lo que nos interesa acá.
En cuanto al resto del disco, hay que decir que es bastante distinto a lo auspiciado por Madame Helga. Help Me, la canción de casi 7 minutos que abre el disco, resulta francamente decepcionante: profundamente monótona, es sin lugar a dudas la canción más descartable del disco. Afortunadamente, no se puede decir lo mismo de las pistas restantes: desde la suavidad y calma de Getaway, el sonido clásico de Nothing Precious At All (sobre todo por una batería que no deja de evocarme a John Bonham, el fallecido baterista de Led Zeppelin), el toque cuasi-céltico de Rainbows and Pots of Gold y la sentida, melancólica y desgarradora Since I Told You It’s Over, You Gotta Go There… es simplemente un buenísimo disco, tal como Stereophonics nos tiene acostumbrados, pero con las innovaciones necesarias en arreglos y estilo para constituirse en una pieza entrañable.