Hace algún tiempo, escuché por ahí una canción muy simple, sólo voz y guitarra acústica, que en ese entonces atribuí a Dave Matthews, no solamente por el estilo sino también por el parecido de esa voz que cantaba your body is a wonderland
… pero no, resultó que no era Dave Matthews —y en realidad esa confusión no era tan rara— sino otro tipo llamado John Mayer.
Entonces no le di mucha atención, ya que para lo que estaba haciendo era mejor seguir escuchando a Matthews; sin embargo, al año siguiente Mayer lanzó su segundo disco, Heavier Things, y aunque el sonido del disco distaba bastante de lo que prometía su título —ya que de “pesado” no tenía nada— ya comenzaba a mostrar una dirección propia mucho más interesante, una identidad más definida y característica.
A fines del año pasado, Mayer se unió a Steve Jordan en la batería y Pino Palladino en el bajo para formar John Mayer Trio, estableciendo un cambio notable en su orientación musical hacia un sonido mucho más cercano al blues. Con esta formación se editó Try!, un disco en vivo que reflejaba este cambio de dirección.
Así llegamos (finalmente) a su más reciente disco, Continuum, un álbum de estudio en el que los integrantes del trío han producido una agradable mezcla entre el sonido pop y “amigable a la radio” (radio friendly) e influencias del blues y, en menor medida, soul y funk.
El resultado ha sido un sonido único, que seguramente agradará a quienes lo han visto en primer lugar asociado a Dave Matthews pero que en realidad se define por sí mismo ya que logra una actitud mucho más sobria que el característico carácter “universitario” de éste. Los nuevos elementos en el sonido de Mayer (que no son más que el rescate de viejos estilos) se expresan con maestría en cada una de las canciones del disco.
Desde Waiting on the world to change, una notable canción en tono pacifista, hasta I’m gonna find another you, cada una de las pistas tiene una textura característica en las que es posible rastrear influencias bien definidas, lo que alcanza el techo en el cover de Bold as Love de Jimi Hendrix: una versión correcta, respetuosa pero no “literal”, sino lo bastante distinta para no ser una simple imitación.
En definitiva, un disco muy recomendable, para escuchar con atención o como música de fondo mientras haces otra cosa… como sea, funciona perfecto si quieres disfrutar de una producción sencilla y madura.