Una de las razones principales por la que tanta gente participa en las protestas contra China en Occidente es ideológica: el budismo tibetano, hábilmente propagado por el Dalai Lama, es uno de los principales puntos de referencia del hedonismo espiritualista New age, que se está transformando velozmente en la forma de ideología predominante actual. Nuestra fascinación por el Tíbet lo convierte en una entidad mítica en la cual proyectamos nuestros sueños. Así, cuando la gente llora la pérdida del auténtico modo de vida tibetano, en realidad no está preocupada por los verdaderos tibetanos: lo que quieren de ellos es que sean auténticamente espirituales para nosotros, en lugar de nosotros, para que podamos continuar con nuestro enloquecido juego consumista. El filósofo francés Gilles Deleuze escribió:
Si vous êtes pris dans le rêve de l’autre, vous êtes foutu(Si estás atrapado en el sueño de otro, estás perdido). Los opositores a China tienen razón en contraponer al eslogan de los juegos olímpicos de Pekín “Un mundo, un sueño”, otro que dice “Un mundo, muchos sueños”. Pero deberían darse cuenta de que están encarcelando a los tibetanos dentro de su propio sueño, que no es más que uno entre muchos.
Slavoj Zizek — Tíbet: un poco de perspectiva
(en Le monde diplomatique [Chile], Mayo 2008, p. 30).