Divididos debería ser nombrada oficialmente una banda fundamental en el rock latinoamericano, y Acariciando lo áspero (su segundo disco, lanzado en 1991) es un perfecto ejemplo de sus méritos para ello.
Sería imposible clasificar a este disco de cualquier otra forma que no fuera rock, y a pesar de ello no se trata de un álbum plano o monótono sino todo lo contrario, ya que en sus 13 pistas no para de reinventarse. La excelencia musical de Ricardo Mollo y compañía queda demostrada a cada momento, en un despliegue instrumental de alta factura que no cae en los típicos clichés del virtuosismo (tipo Joe Satriani a fines de los 80), sino que hace gala de un rango estilístico impresionante: el paseo entre un rock aplastante en El 38, Cuadros Colgados y Paraguay —es fácil comprender la razón por la que suelen llamarlos La Aplanadora del Rock—, la influencia funk en Qué Tal, Ala Delta, Azulejo, el reggae de Sisters e incluso el folk de Haciendo cola para nacer resulta en todo momento atrayente, incluso en los pequeños delirios como el cover de Cielito Lindo y Jamelosporahí.
El broche de oro lo ponen Ala Delta, pero por sobre todo el impecable cover de Voodoo Child (Slight Return) de Jimi Hendrix, que se convertiría en un clásico que marca uno de los puntos más altos de los conciertos de la banda hasta el día de hoy.