No es que el incrédulo no deba creer en nada. No cree en todo. Cree una cosa cada vez, y en una segunda cuando deriva de alguna manera de la primera. Avanza como un miope, es metódico, no aventura horizontes. Dos cosas no relacionadas entre sí, creer en las dos, y con la idea de que, en algún lugar, haya una tercera, oculta, que las vincula, esto es la credulidad.
La incredulidad, lejos de excluir la curiosidad, la sostiene.
Umberto Eco, El péndulo de Foucault