La semana pasada debió ocurrir alguna extraña conjunción cósmica (o más simplemente una casualidad), ya que dos blogs publicaron entradas sobre las principales formas de participación en un blog.
Por una parte, Pepe Flores se preguntaba en ALT1040 ¿Por qué y para qué comentamos en un blog?, dando paso a una reflexión rotunda y sintética acerca del rol de los comentarios en un blog:
Desde su aparición, una de las grandes virtudes de los blogs fue la posibilidad de entablar un diálogo con los autores. Los comentarios tienden un puente entre lector y escritor, de modo que sea posible un intercambio de ideas crítico y constructivo. El flujo de información se convirtió en una autopista de dos vías, derribando la cuarta pared, y permitiendo la libre opinión sobre los temas. Los comentarios permiten una retroalimentación que, aunque diacrónica, constituye la apertura de un foro abierto, una nueva ágora pública en la que se fomenta la discusión. Al menos, en la teoría.
Su enfoque permite, como nunca, pensar en los comentarios en blogs en torno a su positividad (no en relación a lo optimista, sino a lo que son y no a lo que no son) más que desde las típicas barreras como el spam, el abuso, etc; lo que resulta especialmente interesante pues un par de días después él mismo da la noticia del cierre temporal de comentarios en Engadget, lo que más allá de la importancia que tiene por tratarse de un sitio con un enorme alcance y tráfico, llama la atención porque la razón señalada para ello sea principalmente por un factor humano: la escalada de agresividad en las discusiones relacionadas al nuevo chiche de Apple (el iPad, por si has estado totalmente desconectado de la Tierra hace un par de semanas).
Por otra parte Armonth de SigT se preguntaba por la muerte del Trackback en tono melancólico por la progresiva disminución en importancia que parece sufrir esta herramienta — probablemente una de las más sub-utilizadas y menos entendidas para generar cruces conversacionales entre blogs y que incluso llega a ser desconocida para algunos de los bloggers que llevan menos tiempo.
Hace años, cuando se discutía si un blog sin comentarios podía llamarse “blog” Diego Martín Lafuente planteaba que para conversaciones distribuidas no necesitamos comentarios, sino blogs:
Usted no necesita comentarios, usted necesita un blog. Quien quiere dejar su opinión, armar discusiones distribuidas reales puede hacerlas perfectamente desde un blog y sin comentarios; enlazando a otro blog para hilar una gran tela de opiniones. Esto te asegura que nadie te modere y que tu opinión sigue estando ahí. Con comentarios la discusión no es distribuida, sino centralizada. Aunque existe pedazos de discusiones aquí y allá, la verdadera discusión distribuida por ejemplo es la que mantiene Dave Winner con muchos bloguers que, justamente no tienen comentarios activados. Cada uno conversa, enlaza y de esta forma, en la egosfera nos enteramos todos del tema, sin tener que leer comentarios. Hay decenas de formas de enterarse de una conversación: desde Google, pasando por Technorati y acabando en Digg. Cuando quiero saber si alguien escribe algo sobre lo que yo había escrito, me voy a Technorati. Así me entero quien me rebate, a quienes enlaza sobre el tema y me paso toda una tarde leyendo anotaciones de bloguers de blog en blog si haber tocado el lector de RSS.
… lo que era bastante válido en los tiempos en que Technorati era una herramienta útil.
Hoy por hoy, la conversación ocurre en gran parte en Twitter por sobre cualquier otra cosa… las que antes ocurrían entre geeks y bloggers, al menos, no las que ocurren entre personas normales, que esas ocurren en Facebook. ¿Y de la gran conversación de los blogs, qué fue? Sólo queda esperar que no muera bajo la presión de la inmediatez, y que de vez en cuando nos acordemos del espacio para la elaboración de las ideas y de la terriblemente necesaria posibilidad de disentir y hacérselo saber al que ocupa el puesto de autor.