Este es disco se convirtió en mi primera aproximación “formal” a la música electrónica ya hace un par de años; de él sólo conocía un single que ya es antiquísimo, Don’t give up, que como contaba con la participación de Bryan Adams en las voces —que en el momento en que apareció este single (año 2000) estaba en la cumbre de su popularidad — tuvo una buena rotación entre los videos de MTV.
Vamos al disco: debo decir que en general su sonido es todo lo que esperaba y más; ya que lo que esperaba era simplemente una nueva forma de hacer música, que aprovechara las posibilidades de prescindir de instrumentos tradicionales o estructuras de canciones prediseñadas, y Chicane lo logra magistralmente en este disco, en el que ritmo y melodía se conjugan, se entrelazan, se llaman y se complementan a cada segundo. Podría describirlo mejor con estas palabras: Behind The Sun va más allá de las estructuras tradicionales de hacer música, y nos presenta texturas ricas, melodías inolvidables y compases hipnotizantes.
El disco abre con Overture, una intro de casi cuatro minutos de pura melodía, muy relajada, como relajando el oído y preparándolo para lo que viene. Por segundos, esta intro llega a sonar como Pink Floyd en Shine On You Crazy Diamond. Low Sun, la pista siguiente, también es una canción muy tranquila, casi ambiental si no fuera por algunos arreglos de teclado destacan más sobre el fondo de la canción. No Ordinary Morning es la primera canción con voces en el disco, y son ellas quienes llevan el peso de la canción, con unas líneas constantes y algo uniformes, que sin embargo no llegan a ser monótonas. Luego viene la versión original de Saltwater, que resulta simplemente genial en sus diez minutos de duración… lo tiene todo, sin sobrarle nada, y es junto a Halcyon y la ya mencionada Don’t Give Up, mis favoritas del disco. Todas ellas tienen en común un sonido trance muy espacial, único, modulado sutilmente por cambios de ritmo y suaves oscilaciones en las melodías. Autumn Tactics es quizás la canción más “popera” del disco, en cuanto a su forma estrofa-verso-estrofa. Overlap pone una pausa en el álbum, su estilo llega a hacerse algo repetitivo, pero creo que precisamente es la idea, al igual que en Andromeda. Ya hacia el final, la segunda versión de Saltwater (Thrillseekers RMX) pone una nota mucho más “orgánica”, con un estilo que me remite mucho a Enya, muy céltico, pero trabajado con mucha gracia, logrando que se integre perfectamente en el disco.