Kid A es un disco que marcó un quiebre definitivo en la carrera de Radiohead: tras haber hecho historia con sus anteriores discos (Pablo Honey, The Bends y el monumental OK Computer), estos ingleses decidieron que era la hora de innovar radicalmente, experimentar sin límites de estilo y este disco fue a lo que llegaron.
Odiado por muchos, adorado por otros, lo cierto es que Kid A no pasó desapercibido para nadie, y es que si la banda de rock que había cobrado mayor importancia hacia finales de los 90 comenzaba el nuevo siglo con un disco de música electrónica, no faltaron quienes declararon sin ningún temor a equivocarse que el rock había muerto y que finalmente las máquinas habían triunfado sobre el imperio de las guitarras.
Las diez canciones del disco eran totalmente distintas a todo lo que habían hecho hasta el momento estos ingleses: desde los sampleos vocales de Everything in its right place hasta la funeraria Motion picture soundtrack, el álbum rebosa de creatividad, y es que en el fondo podríamos asegurar que no es más que un gran experimento.
La canción que da nombre al disco es una pieza semi-instrumental, mientras que The national anthem gira en torno a una hipnótica línea de bajo, que estalla hacia el final en un caos de bronces. How to disappear completely es una canción densa y angustiosa; Treefingers son mayormente tonos sin mucha estructura, al contrario de Optimistic, la que fuera el primer sencillo y es lejos la canción más estructurada y “tradicional” del disco.
In limbo parece sonar en dos niveles distintos, pero (algo) coordinados. Idioteque es puro beat y Thom Yorke cantando como si estuviera improvisando sobre la marcha. Morning Bell suena como un gran intermedio para llegar finalmente a Motion picture soundtrack, un final simplemente impresionante, majestuoso para un disco tremendamente complejo, lleno de capas y texturas que difícilmente son apreciables en un par de oídas.